6. Empecemos por nosotras mismas

Las dinámicas que se están dando en parte de los feminismos autónomos, y que he ido señalando a lo largo del fanzine, nacen de la intromisión del individualismo y la dialéctica neoliberal dentro de nuestros discursos y de las carencias del propio movimiento para reconocer e identificar estas intromisiones, para luego neutralizarlas.

Para refrescaros un poco la memoria, en todos los apartados hablo de las actitudes individualistas que hemos incorporado en nuestro comportamiento y discurso dentro del movimiento feminista autónomo. Tanto en temas relacionales como en la individualización de las agresiones o en el consumo de drogas, por no repetirlas todas, hago énfasis sobre la introducción de este sesgo individualizante dentro de los feminismos.

En resumen, he intentado resaltar esta tendencia a lo largo del fanzine, para reiterar la idea de que es gracias a esta tendencia individualista y, por tanto, neoliberal, que tanto el mercado como las instituciones están pudiendo apropiarse el movimiento feminista.

Al individualizar el problema, se exime al sistema socioeconómico de la responsabilidad que realmente tiene sobre el mismo. Es decir, poniendo como ejemplo la problemática de las agresiones, si las agresiones son culpa de las personas que agreden o de las personas que han sido agredidas, el estado y el mercado permanecen como entes abstractos observadores o, a lo sumo, como mediadores en dichos problemas.

De esta forma, se lavan las manos, y se legitima la capacidad de intromisión del estado en los comportamientos individuales y colectivos. El estado se adueña entonces de la parte del discurso que le conviene perpetuar, esa parte individualizadora, que le exime a él de responsabilidad. Esto, a su vez, allana el terreno a mercado para convertir en un producto más este discurso, que una vez despojado desu potencial transformador, está listo para venderse en cadena, en forma de camisetas, discos, masters o artículos académicos.

Y así, finalmente, el feminismo es moda.

Desde el marxismo se aboga por priorizar el cambio estructural frente al personal, para alcanzar la transformación socioeconómica, mientras que, desde el anarquismo individualista, se aboga por afrontar el cambio personal para con ello conseguir la transformación social; este fanzine pretende defender que es, manteniendo un equilibro entre estas dos vías, la forma de conseguir un avance político de base y para la base, rompiendo así el círculo vicioso institucionalización-mercantilización.

No quiero terminar solo con una visión crítica. Considero que la lucha
feminista ha sido, y sigue siendo, una de las luchas más potentes, y hay que valorar el esfuerzo, sangre, sudor, lágrimas y risas que todas las compas han aportado a lo largo de toda esta lucha, con sus contradicciones, fricciones y controversias internas, pero también con sus avances y victorias irrebatibles.

Además, creo que, aunque todavía poco visibles, cada vez hay más voces críticas al feminismo hegemónico e institucional y que aún no es tarde para frenar el proceso de cooptación neoliberal del feminismo, o al menos de visibilizar una crítica contundente frente al mismo.

El ya muy manido lema: “Si no nosotras, ¿quién? Si no es ahora, ¿cuándo?” es, sin embargo, muy propicio en el momento político en el que nos encontramos, aplicándonoslo a nosotras mismas y nuestro movimiento.

Tenemos que salir de nuestra zona de confort y confrontar nuestros privilegios realmente, salir de los espacios autorreferenciales en los que nos movemos y afrontar otras luchas, llevando a ellas una perspectiva feminista que sea constructiva e inclusiva y que, al mismo tiempo, sea ferozmente crítica con la mercantilización del discurso.

Luchemos por ser los feminismos del empoderamiento, no del victimismo y la autocomplencencia. Un empoderamiento que nazca de las ganas de evolución y autosuperación, no de la comparación y competencia dentro de la cadena trófica social. Luchemos por apuntar a las lógicas sistémicas de opresión para acabar con ellas, sin por ello olvidar el equilibrio que existe entre la responsabilidad individual y la colectiva en toda lucha política.

Mal que nos pese, tenemos que seguir siendo las pesadas, no podemos cansarnos de hacer pedagogía, ya que, si fuese fácil, no lo llamaríamos lucha, y rendirse no es una opción. Hay que seguir generando espacios de debate, de confrontación de ideas, no solo entre nosotras, sino con el resto de movimientos, con los tíos cis, con los feminismos decoloniales, con los ecologistas, con las trabajadoras sexuales, con nuestras vecinas, con todo cristo, en definitiva. Y estar abiertas a las críticas u otros puntos de vista y no amenazar con el estigma del machirulo o la antifeminista a quienes vean las cosas de otra manera.

Un movimiento, discurso o tendencia política que se cierra en banda y muestra miedo a la autocrítica es un movimiento, discurso o tendencia que lo único que genera es miedo, rechazo y reacción.